lunes, 6 de febrero de 2012
domingo, 5 de febrero de 2012
sábado, 4 de febrero de 2012
Los valores familiares

Los Valores familiares entre los miembros de una
familia se establecen relaciones personales que entrañan afinidad de
sentimientos, de afectos e intereses que se basan en el respeto mutuo de las
personas.
La familia es la comunidad donde desde la infancia se
enseñan los valores y el adecuado uso de la libertad. Las relaciones personales
y la estabilidad familiar son los fundamentos de la libertad, de la seguridad,
de la fraternidad en el seno de la sociedad. Es por esto que en la familia se
inicia a la vida social.
Es en la familia donde se enseñan los primeros valores;
valores que serán sustento para la vida en sociedad y a lo largo de la vida de
la persona. Entre otros destacan los siguientes:
Los Valores familiares entre los miembros de una familia se establecen relaciones personales que entrañan afinidad de sentimientos, de afectos e intereses que se basan en el respeto mutuo de las personas.
Los Valores familiares entre los miembros de una familia se establecen relaciones personales que entrañan afinidad de sentimientos, de afectos e intereses que se basan en el respeto mutuo de las personas.
La familia es la comunidad donde desde la infancia se
enseñan los valores y el adecuado uso de la libertad. Las relaciones personales
y la estabilidad familiar son los fundamentos de la libertad, de la seguridad,
de la fraternidad en el seno de la sociedad. Es por esto que en la familia se
inicia a la vida social.
Es en la familia donde se enseñan los primeros valores;
valores que serán sustento para la vida en sociedad y a lo largo de la vida de
la persona. Entre otros destacan los siguientes:
La alegría:
La alegría:
La alegría es un valor que se siembra primeramente en el seno
familiar. Es en el núcleo familiar donde se procura que los miembros se ayuden
unos a otros en sus necesidades, en la superación de obstáculos y dificultades,
así como el compartir los logros y éxitos de los demás.
En el fondo lo que se fomenta es dejar el egoísmo a un lado,
buscando el bien y compartir con el otro. Cuando nos centramos en nuestras
preocupaciones y no estamos dispuestos a ayudar a los que nos rodean somos
egoístas. El egoísta no suele ser una persona alegre. Es en este darse a los
demás miembros de la familia donde se obtiene la alegría.
La alegría no depende de las circunstancias o de las
facilidades que puede presentar la vida y tampoco consiste en tener cosas. Este
valor tiene su fundamento en lo profundo de la persona, no es sino la consecuencia
de una vida equilibrada, de una coherencia entre lo que pensamos y lo que
hacemos, el tener una mente y un cuerpo sanos.
La generosidad:
La generosidad es uno de los valores que se fomentan en la
vida familiar. Entendiendo por generosidad el actuar en favor de otras personas
desinteresadamente y con alegría. Hacer algo por otras personas puede
traducirse de diferentes maneras, por ejemplo, dar cosas, prestar juguetes, dar
tiempo para escuchar y atender a otro miembro de la familia, saludar, perdonar.
Se notará una actitud generosa en una persona que se
esfuerza por hacer la vida agradable a los demás miembros de la familiar.
El respeto:
El respeto hacia los demás miembros es otro de los valores
que se fomentan dentro de la familia, no sólo respeto a la persona misma, sino
también a sus opiniones y sentimientos. Respeto hacia las cosas de los demás
miembros, respeto a su privacidad, respeto a sus decisiones, éstas, por
supuesto, adecuadas a la edad de la persona. Es en la familia donde el niño aprende
que tanto él o ella como sus ideas y sentimientos merecen respeto y son
valorados.
La justicia:
La justicia se fomenta en el seno de la familia al
establecerse lo que corresponde a cada miembro de la misma. Recordemos que la
justicia consiste en dar a cada uno lo que les corresponde. Una persona que se
esfuerza constantemente por respetar los derechos de los demás y le da a cada
uno lo que debe, tiene la virtud de la justicia.
La responsabilidad:
La responsabilidad supone asumir las consecuencias de los
propios actos, no solo ante uno mismo sino ante los demás. Para que una persona
pueda ser responsable tiene que ser consciente de sus deberes y obligaciones,
es por ello, de gran importancia que los hijos tengan sus responsabilidades y
obligaciones muy claras. Por ejemplo, el niño debe tener claro que es su
responsabilidad la calidad y el esfuerzo en sus estudios, que debe poner el
mayor trabajo y empeño en esta actividad, en beneficio propio y en respuesta a
la oportunidad que le brindan sus padres.
El desarrollo de la responsabilidad en los hijos es parte
del proceso educativo, esto con vistas a la participación de los hijos en la
vida familiar primero, y a la vida en sociedad después, de una manera
responsable y autónoma.
La lealtad:
La lealtad surge cuando se reconocen y aceptan vínculos que
nos unen a otros, de tal manera que se busca fortalecer y salvaguardar dichos
vínculos así como los valores que representan. La aceptación y el
reconocimiento de este vínculo no se centra hacia el futuro, como una posibilidad,
sino que es una realidad actual. Este vínculo no pasa con el tiempo, es
profundo, suele madurar y fortalecerse a la larga.
Es en la familia donde surgen y se fortalecen este tipo de
vínculos, por ejemplo, un niño pequeño aprende a ser leal al esforzarse por
ayudar a los demás, al procurar hacer todo lo que pueda para cumplir con lo que
sus padres le dicen que es bueno. Se muestra lealtad entre los hermanos al
apoyarse, defenderse y ayudarse ante las dificultades, ante la amenaza de
personas o circunstancias ajenas a la familia.
Conviene aclarar que ser leal a los papás, por ejemplo, no
significa aprobar una conducta errónea de los mismos, sino el respetar y cuidar
su buen nombre, se trata de ser sincero con ellos, además de ayudarlos a
superar las dificultades.
Lo mismo ocurre al ser leal a la patria, esto no supone
ocultar o negar los males y deficiencias que en ella puedan existir, sino el
proteger, reforzar y participar en la vivencia de los valores de la misma.
La autoestima:
La autoestima es uno de los valores fundamentales para el
ser humano maduro, equilibrado y sano. Este valor tiene sus raíces y
fundamentos en el núcleo familiar.
Se entiende por autoestima la visión más profunda que cada
persona tiene de sí misma, influye de modo decisivo en las elecciones y en la
toma de decisiones, en consecuencia conforma el tipo de vida, las actividades y
los valores que elegimos.
Desde niños vamos construyendo el concepto de nosotros
mismos de acuerdo a los mensajes recibidos de nuestros padres, hermanos,
familiares, amigos y maestros. Es la suma de la autoconfianza, el sentimiento
de nuestra valía personal y de nuestra capacidad. Ésta se basa en la variedad
de pensamientos, sentimientos, experiencias y sensaciones que hemos ido acumulando
a lo largo de nuestra vida, pero principalmente a lo largo de nuestra infancia
y adolescencia.
Si queremos construir una personalidad fuerte y equilibrada,
es de vital importancia que como padres hagamos sentir a nuestros hijos que son
dignos de ser queridos con un amor incondicional, es decir, no condicionado a
su comportamiento, calificaciones o actitudes.
Elevar la autoestima de nuestros hijos es de vital
importancia, ya que contribuimos a que desarrolle la convicción de que es
estimado y valorado, que es competente para enfrentarse a la vida con confianza
y optimismo, y que es merecedor de la felicidad.
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